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domingo, 24 de abril de 2011

La Tumba de Jesús...¿en Japón?

Se ha escrito mucho sobre la posible muerte extraoficial de Jesucristo. Las teorías más alternativas a la versión oficial afirman que murió en la región de Cachemira (India), pero recientemente se han descubierto unos extraños manuscritos que datan su muerte en una remota región al norte de Japón.

Shingo es una pequeña población japonesa de apenas 3.000 habitantes que tiene un pequeño rincón marcado por dos cruces de madera en un pequeño monte, lugar donde extrañas tablas manuscritas afirman que está la verdadera tumba de Jesús. Y esto resulta extraño, ya que en Japón tan sólo un 1 % profesa la fe cristiana, siendo ampliamente superada por la religión sintoísta y budista que llega al 99 %.

Al pie del monte hay unos letreros que explican con detalle que allí se encuentra la verdadera tumba de Jesucristo. Cuenta que llegó con 21 años de edad a estudiar teología, volviendo a Judea 10 años después para predicar lo que había aprendido, desarrollándose la historia que de todos es conocida.

No obstante, las tablas nos dicen que Jesucristo no murió en la cruz, sino que fue su hermano (¿gemelo?) el que padeció el martirio. Él logró volver a Japón, donde residió en el pequeño pueblo hasta la edad de 106 años. La tumba verdadera de Jesús estaría marcada con la cruz de la derecha, mientras que la izquierda sería la de su hermano Iskiri, concretamente sus orejas, que es lo que la leyenda dice que se pudieron recatar. Frente a dichas cruces están las lápidas de los presuntos descendientes de Cristo, la familia Sawaguchi, cuyo escudo familiar es la estrella de David.

El nombre del pueblo inicialmente fue llamado “Heraimura” o “Villa Hebrai” (villa Hebrea) nombre bautizado por los locales después de la larga estadía de Cristo, al que llamaban “Tengu”. Según las leyendas locales viajó por todo Japón, ayudando a mucha gente de muy diversas maneras.

La cultura de esta villa es una rara mezcla de creencias y prácticas judeocristianas. En el templo de O-bon anualmente se celebra un festival budista en el cual la población local honra a sus muertos. A su vez entonan un cántico llamado “Nanyado”, que según el profesor de teología japonés Kawamorita Eiji, la letra se encuentra en hebreo y en él se glorifica su nombre santo.

Una de las tradiciones del pueblo para honrar a sus nuevos infantes es precisamente bendecirlos con la señal de la cruz y cuando el niño crece un poco, los padres dibujan una señal de la cruz en al frente y en los pies del pequeño para protegerlo. Todo esto resulta extraño porque estas tradiciones no son nuevas, sino que se remontan muchos siglos atrás, mientras que los documentos que ubican allí a Jesús se descubrieron en pleno siglo XX.

Este manuscrito fue hallado en el año 1935 dentro de un cofre en la provincia de Ibaraki, junto con el testamento de Jesús. En él se narraba la historia de su vida y se contaba que volvió de Judea con sus discípulos, las orejas de su hermano y un mechón de su madre, la Virgen María, atravesando Siberia y Alaska. Contaba también que se casó con una bella japonesa llamada Miyuki y fruto de esa unión nacieron tres hijas que, según la tradición, perpetuaron la estirpe del hombre santo. Desgraciadamente, los testamentos y manuscritos originales se quemaron durante el transcurso da la II Guerra Mundial.

Para investigar las tumbas, hecho que nunca se ha realizado, haría falta la autorización del señor Sawaguchi, propietario de las tumbas y descendiente directo de Jesús. Este afirma que su abuelo era mucho más alto, con la nariz más larga y que tenía los ojos azules.

En la década de 1960 la oficina de turismo de la localidad estableció un museo y colocó las cruces, desde entonces los habitantes celebran todos los años la “Kirisuto Matsuru” o “Fiesta de Cristo”. En el museo, llamado “Museo de Cristo” se guarda una copia exacta de los manuscritos hallados, hecho por el cual muchos escépticos afirman que se trata de una hábil falsificación. Sea o no cierta esta historia, el caso es que en el año 2004 el embajador israelí regaló una laja con inscripciones junto a las tumbas como muestra de amistad entre los dos pueblos.

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